Pérdida de nostalgia

Hoy escribo para nuestros queridos lectores de El Calzador sobre un sentimiento sobre el cual no siempre reparamos y, sin embargo, puede darnos algunas claves no sólo de nuestro estado de ánimo sino del punto de inflexión vital en el que nos hallamos.

La nostalgia.

Carlos D. Lacaci - Pérdida de nostalgia

Parto de una idea: Para sentir nostalgia en la vida, primero hay que vivir un rato y, además, esas vivencias hay que vivirlas con intensidad, con pasión, con ilusión.

Ateniéndonos a la segunda acepción con la que la Real Academia define el término nostalgia, estamos ante un sentimiento de tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida. Según esta definición parece que la nostalgia llega después de haber vivido y perdido algo que causaba alegría y nos hacía sentir felices.

Sin embargo, pensando en algunos momentos nostálgicos de mi propia experiencia vital, no los veo totalmente ajustados a dicha definición. Por un lado, he sentido y siento nostalgia incluso por algunos sucesos que, a priori, no se podrían catalogar de dichosos. He recordado con nostalgia la desaparición de mis seres queridos, algún fracaso profesional y hasta algún que otro desengaño personal. Por supuesto, también he sentido nostalgia por otros tantos momentos felices del pasado. Incluso, en ocasiones, he creído sentir nostalgia por cosas aún no vividas.

En muchas ocasiones, he sentido alegría y no tristeza melancólica, pensando en todos aquellos recuerdos del pasado o de los que pudieran estar por llegar (lo que yo denomino nostalgia del futuro).

Pero llega un momento en el que todos estos sentimientos empiezan a difuminarse, a confundirse…

Hace unos días, paseando por el madrileño y bello Parque del Buen Retiro, me puse a pensar, sentí confusión y algo de tristeza. Dentro de ese parque se acumulan un buen puñado de los recuerdos de mi niñez y de mi adolescencia. Innumerables juegos y paseos de la mano de mis padres, de mis abuelos, de mi hermana. Algún que otro beso robado y también regalado por aquellos primeros ‘amores’ de la ya lejana adolescencia. Y, tras la valla, aún más vivencias. Recuerdos escolares, recuerdos de amistades, recuerdos de juventud, recuerdos…

Allí, quieto, con la mirada perdida en el recuerdo, desde el mismo lugar en el que siendo un niño recibía los sabios consejos de mi abuelo, presentí, con cierta tristeza, que algo se había ido en mi interior. Ya no recordaba ni con tristeza, ni con alegría, las cosas vividas del pasado. Supe que había llegado el momento. Me sentí mayor.

Seguí caminando entre las hojas secas de otoño y contuve la emoción. Pasado un tiempo, volví a pensar en ello y supe que ese punto de inflexión significa una nueva e ilusionante etapa en la que, seguro, en un futuro, volveré a sentir nostalgia.

Autor: Carlos D. Lacaci

@Lacaciabogado