Éxito

Queridos lectores, hoy escribo mi segundo artículo en este blog al que, como saben, tengo un cariño especial. Como miembro de su Consejo, quiero aprovechar esta ocasión para agradecer la gran acogida que está teniendo en las primeras semanas desde que echó a andar. Nos llegan críticas muy positivas, cada día sumamos nuevos lectores y excelentes articulistas dispuestos a leer o escribir en éste, su Calzador. Esto ya supone un éxito a celebrar junto a todos ustedes.

Lo anterior me sirve también para introducir el cuerpo de las líneas sobre las que enfocaré este artículo.

El éxito puede tener, como la felicidad, la pasión o el amor, dos vertientes diferentes. En su aspecto objetivo, sería el resultado positivo en la consecución de un plan previamente establecido.

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Por ejemplo, si nos fijamos en este blog, para medir o hablar de su éxito en la vertiente más objetiva tendríamos que ponerlo bajo la lupa de los medidores y, con los datos analizados, comprobar si el resultado del número de visitas semanales, mensuales, etc., es elevado o sobrepasa los umbrales medidos en otros blogs similares.

Sin embargo, las propias experiencias en la vida nos indican que el éxito aunque pueda tener unos parámetros medibles, en muchas ocasiones, la vertiente subjetiva de aquél, tiene también una importancia notable, si no a ojos de terceros, sí en el sentir propio e individual de cada uno de nosotros.

A ojos de la sociedad están muy bien vistas y mejor valoradas las personas o empresas que triunfan, sea en el ámbito que sea. Esto no debe extrañar pues ser exitoso a nivel personal o profesional nunca estará asociado a hechos negativos, antes al contrario, ser una persona de éxito suele implicar un plus de ‘caché’, con implicaciones de ejemplaridad.

Ahora bien, si abordamos el éxito desde su aspecto subjetivo, dentro de las connotaciones que para uno mismo tiene el hecho de verse como un triunfador ante la vida más allá de cualquier proyecto o reto planteado, la realidad puede alejarse un tanto de los medidores que objetiven este concepto.

A lo largo de mi vida he compartido momentos junto a personas y empresas que han obtenido importantes logros personales y colectivos, medidos por exigentes parámetros que escrutaban y auditaban sus resultados.

Ahora bien, en alguno de estos casos he visto a esas mismas personas llegando abatidas a sus casas, caminando por la vida sin brillo ni color en el gesto de sus caras, he comprobado la tristeza y soledad de muchos de esos supuestos triunfadores…

Sin mencionar aquí los casos particulares que podría citarles y que seguro les sorprendería descubrir, sí les revelaré la carencia principal que creo haber encontrado en todos estos casos de éxitos malogrados. La clave está en una aparente contradicción: Esas personas ponen el máximo empeño en esforzarse, incluso de manera obsesiva, por cumplir con los objetivos que marcan el supuesto camino hacia el éxito profesional, sin embargo, descuidan otros objetivos del ámbito personal o familiar. Para conseguir el triunfo, algunas personas apartan de su camino cualquier otra cosa que no sirva para ese fin propuesto. Estamos ante un evidente supuesto de ‘el fin, justifica los medios’. Y, aquí, radica el principal problema: Si para alcanzar el éxito profesional se utilizan medios que puedan mermar o poner en peligro otro tipo de principios y valores de ámbito personal o familiar, el éxito, nunca será completo. Es decir, de cara al exterior se nos verá como triunfadores pero, internamente, podremos sentirnos perdedores.

imageEl éxito de cualquier proyecto se traduce en la consecución positiva del resultado obtenido. Pero para un triunfo completo también hay que aportar en ese camino la inteligencia y la prudencia necesarias para saber equilibrar entre el fin perseguido y los medios utilizados.

En mi humilde opinión, la verdadera clave del éxito, por encima del éxito profesional, consiste en que podamos ir a dormir, cada día, con el alma en paz.

Carlos D. Lacaci

@Lacaciabogado